lunes, 28 de abril de 2008

VAMOS AL MAR de Isamar Garrido


Aquellos maravillosos veranos seguirán siendo imborrables ennuestras retinas…
Hacía muchísimo calor, demasiado para soportar más de tres meses de intenso bochorno sin poder remojarnos en el mar, y de ello siempre fue consciente nuestro adorable e incansable padre.
A pesar de que nuestros medios económicos no eran precisamente boyantes en aquellos tiempos, siempre había un respiro aunque fuera sólo el domingo, para programar una excursión a la playa.
Dado el escaso tiempo de un solo día, nos despertaban a las 7 de la mañana para aprovechar el máximo de horas al sol, y siempre se repetían las mágicas palabras: ¡vamos niñas que es la hora! , no hace falta ni decir que las tres saltábamos de la cama como cigarrones.
Nuestra madre la noche anterior ya se había ocupado de preparar la sabrosa comida a base de tortilla de patatas y filetes empanados, que posteriormente saborearíamos sobre la mesa plegable instalada en la arena.
Partíamos cargados como mulos, sombrillas, mesa, sillas, nevera,bolsas, y el coche parecía estirarse como un chicle.
Una vez en camino, nuestros padres empezaban a cantar y ni siquiera echábamos de menos la radio, ya que los ciento veinte kilómetros de distancia los recorríamos entre canciones de Machín, tangos de Gardel y otras letras populares que llegamos a aprender al dedillo.
Dos o tres paradas antes del disfrute eran siempre necesarias, pues quienes viajan con niños ya sabemos, que si pis, que si tengo fatiga,etc., etc.…, aunque lo más importante de todo era llegar bien, y eso gracias a Dios siempre fue así.
Así alcanzábamos nuestra meta, el mar, el maravilloso océano nos estaba esperando de nuevo y nosotros salíamos disparadas del coche como cohetes para zambullirnos en él.
Después de una provechosa jornada, retornábamos felices a casa con la esperanza de volver a ese extraordinario lugar cuanto antes.
Desde entonces, hace más de cuarenta años que el agua salada cristalina forma parte de nuestras vidas, y aunque ya no tenemos que cargar con comida ni bártulos, ni regresar en el día, daría todo lo que tengo porque fuera así y nuestro padre pudiera acompañarnos ,aunque estoy segura de que su alma viajera me sigue a todas partes.
ISAMAR. Abril /2008.

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