lunes, 14 de abril de 2008

EL CARA PÚAS de Socorro Mármol


Esta es una historia de la Escuela donde nos enseñábamos a leer y escribir.
Cuando nos mudaron de parvulitas a mayores, la Manola, la hija del de los "Almacenes Fantasías Ultramarinas", llegó a clase con un plumier de lujo dentro de su cabás; era la única que tenía un plumier de dos pisos porque su padre era un tendero de posibles; y nosotras le tomamos ojeriza a la Manola por dárselas de ricacha con aquel plumier.
Dende el primer día que lo trajo a la Escuela ya se le vieron las intenciones de hacernos de menos, porque deseguida fue a llevarle su plumier a que se lo viera la Señorita; y cuando se arrodeó' p'a volver a su pupitre, y ya no le veía la cara la Maestra, nos torció la boca hacia un la'o que en mi Pueblo es como se dice: ¡jódete!
Pero bien caro que lo pagó –que dicen que Dios no se queda con n'á' de naide-.
Un día, en el recreo, el hijo del Refugero, el de los Montes Comunales, nos obsequió con una sabandija muy rarísima que dijo que era una araña que se llamaba tarántula. Nos la dio a cambio de dos o tres palabras, y unas risicas que le echamos dende la alambrera de partición de los patios del recreo, mientras nos removíamos las sayas enseñándole las senaguas, y diciéndole lo que le oíamos decir a las putas de las casas de la Carrehuela: "Mira, bonico, que lo que han de comerse los gusanos que lo disfruten los cristianos".
La arañuela era negra, con visajes granates en el lomo, gorda y fea, y le pusimos de mote CaraPúas por lo pelú'a que era, y la metimos, con muncho cudiao, en un plumier de probes de un solo piso, que nunca abríamos en demasía, porque nuestro amiguillo nos dijo que si CaraPúas s'asomaba y nos picaba, estiraríamos la pata; a no ser que aluego nos entrara el bitango[1] p'a echar la ponzoña con las convulsiones.
Lo que aconteció con ella tenía que pasar. Lo hicimos sin mala fe.
Como el plumier era de hojalata, le abrimos bujeros en la tapadera y le hicimos uno más grande p'a meterle hormigas y moscas p'alimentarla y mirarla por él, aunque no se la guipaba ni en queriendo. Entonces la Manola, en viéndonos tan afanosas con nuestra pertenencia, -que ni su padre podía mercarle, tan pudiente como era-, se quería arrimar a nosotras y nos hacía la jarrica[2]. Pero nosotras, por mucho que nos porfiaba, no le consentimos ni una vez a la Manola asomarse a ver a CaraPúas, en venganza por lo de su plumier; y cuando s'arrimaba le decíamos: ¡mosca afuera que te pica la araña! Y eso, -me pienso yo-, era un aviso de buena voluntad, aunque no le mentábamos lo que teníamos allí adrentro p'a que trinara[3] y se enrabietara.
Pero ella era cerril y, un día, se escapó del recreo y se puso a hurgar en nuestros pupitres buscando el plumier. Nosotras la vimos descaparse pero, como sabíamos a donde iba, nos conjuramos de silencio p'a darle una lección; a ver si la Manola le echaba mano al bicho y le entraba el bitango p'a tres o cuatro días. Pero lo de espicharla p'a siempre no entraba en nuestros cálculos. A mí, en viéndola dende el patio cómo levantaba la tapa de mi pupitre, se me vino a la boca lo de "mosca afuera que te pica l'araña"; pero no tuve alientos p'a darle aviso, no fuera que las demás me enfilaran[4] a mí.
Cuando la encontraron extendía en el suelo, más tiesa que el varal del trono, deseguida nos figuramos que CaraPúas nos había venga'o, porque la Manola tenía una hinchazón en los morros que solamente podía ser de un boca'o del bicho. El plumier estaba abierto y vacío en el suelo junto a la mano de la Manola.
Lo malo es que la Manola feneció p'a siempre y CaraPúas nunca más apareció.
La MaestraAmiga nos llevó a los responsos muy enfilá's y con mucho orden. Como debe ser. Luego ya no gorvimos a mentar aquello.
Pero ahora que semos grandes, y estamos p'a borrarnos de la Escuela donde nos enseñamos, no queremos ni mirarnos a la cara cuando vemos el plumier de la Manola, que lo tiene la MaestraAmiga; que se lo obsequió el padre de la Manola como reconocimiento por habernos lleva'o a to'as las alumnas a la Parroquia a llorarle la muerte de la hija.
Gaviola de Aznaitín

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