miércoles, 30 de abril de 2008

HIGADO DE BACALAO de Carmen Amaralis

Tengo la sensación de flotar con muy poca familia, aunque debería ser lo contrario, pues de pequeña recuerdo tener sobre cincuenta primos.
Un total de dieciocho tíos maternos y cinco tias paternas se dedicaron con mucho empeño a poblar la Isla.

Visitar algunos tíos en domingo era nuestra pasión, especialmente los tíos que tenían muchos hijos, como tía María. A esta tía nunca la vi sin barriga, parió nueve hijos, desde bien grandes hasta bien pequeños. Alice, mi hermanita y yo, nos mirábamos como dos bobas entre tanta risa y tanta algarabía que rodeaba a la tía María, la hermana favorita de mi papi.

Desde pequeña yo era muy analítica, y recuerdo la gran preocupación que me daba imaginar a la tía María freír papitas fritas francesas(french fried) para toda su prole. Cuando mami freía papitas Alice y yo siempre peleábamos por ellas, nunca eran suficientes, y la idea de mis nueve primos repartiéndose sus papitas me causaba una gran desazón.

Y llegó en tiempo normal, y nos dieron varicelas.

La casa de Abuela Cun se convirtió en un hospital inmenso. Todos los primos nos contagiamos los unos a los otros, y en un momento dado llegamos a ser más de doce recluidos en los ocho dormitorios de la casona de abuela.

La fricción con calamina la recuerdo como un verdadero teatro, todos desnuditos, nenas y nenes, desde cuatro a diez añitos, juntitos y titiritando en perfecto orden, en fila como soldados en martirio,llenos de ronchas y brotes por toda la piel.

Adorábamos a nuestra abuela, tan bella, tan grande, y dulce, tan profesional con aquellas manos tan suaves aliviando el ardor que consumía nuestros cuerpitos tiernos.
-Abuela, ¿por qué Tito tiene esa tripita colgando y yo no?
Abuela no tenía tiempo para contestar tantas preguntas, asumía su rol de enfermera con mucha seriedad y esmero.Cuando llegaba mi turno, percibía una mirada de preocupación en sus grandes ojos grises.Y murmuraba entre dientes:
- Esta no me llega a grande, está muy desnutrida.Y seguido de estas palabras, sacaba del botiquín un jarabe de hígado de bacalao, y me obligaba a tomar una cucharada. Yo trincaba la boca,y forcejeábamos, pero abuela siempre ganaba, y me premiaba con un beso sobre la varicela más grande en mi frente.

Han pasado muchos años, abuela ya no está, los tíos casi todos han partido a su encuentro, los primos siguen rumbos infinitos y lacasona abandonada, casi en ruinas, espera por ser demolida para dar paso a un multipisos de apartamentos.
Los jarabes de abuela surtieron su efecto, crecí como un roble, con las marcas del hígado de bacalao en la espalda.

Y hoy me vi en la mirada la nostalgia reflejada en el espejo de los recuerdos. Sola,muy sola.Pareciera como si nunca hubiera tenido aquella familia tan grande.
Carmen Amaralis

3 comentarios:

Catalina Zentner Levin dijo...

¡A mi también me daban el Hígado de Bacalao!
¿Habrá algo más repugnante actualmente?
¡Espero que no, por el bien de los niños!

Unknown dijo...

A mi también me daban el higado de bacalao..., hacía mucho bien o por lo menos lo tomábamos porque nos decìan eso: te cae bien, es por tu salud,
Bravo por este blog, Lola

Recomenzar dijo...

No se si lo tomé
Quiero creer que las vitaminas son buenas
ahora está de moda el Q10
Son épocas
son modas
un abrazo clandestino gracias por compartir