domingo, 6 de abril de 2008

HAY OTROS NIÑOS de Lola Bertrand

El niño se levantó del lecho de duro polvo, amanecía un día menos en su casa sin techo ni paredes.
Se lavó con sumo cuidado en el lavabo de sin-agua, y se atusó el pelo frente al no-espejo, se puso-descompuso-dispuso su ropa de siempre; zapatos no necesitaba, el frío del invierno endurecía sus pies de tal manera que los convertía en dos botas insensibles.

¿Cuándo sintió calor por última vez?

¿Alguna vez sintió calor?

¿Le diste calor, tú, si acaso…?

El niño, - pero… ¿era un niño?- era tan diminuto que si no alzaba sus ojos solamente veía del resto del mundo cinturas y cinturones.

¿Alguien lo veía a él?

Se supone que nadie.Ni el policía de la esquina, ni el señor acaudalado que atravesaba el paso de peatones, ni la señora con el carrito de la compra que transitaba por la acera.

El niño buscaba su alimento, disputándoselo a los perros, ¡hay tantas sobras que son manjares! ¿Lo has pensado… ¿¡Piénsalo!

El niño no sabía que se acercaba la Navidad, pero miraba los árboles iluminados como si fueran una puerta al infinito.¡Eran tan mágicas y calentitas sus bombillas!

El niño era uno más, intuía que había otros como él detrás de cada banco, en los soportales, a la vuelta de cada esquina. Llorando,sucios, con hambre y con la cara llena de churretes de indiferencia.Pero él…, él se había lavado aquella mañana, y estaba presentable,podía transitar con orgullo por el mundo de los sin-mundo.Alargó su mano para tocar el sol, y solamente agarró con sus manitas extendidas, un pedazo minúsculo de aire.

Una lágrima, suya, tuvo la suficiente piedad para lavarle el rostro,antes de que el mundo, el poder, y la corrupción tuvieran la indiferencia de matarle.

Nadie sabrá jamás quien fue, es más, ni siquiera les interesa saberlo.

Lola Bertrand

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